Los blogs que lee Letizia

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Tuesday, July 13, 2010

España es la mejor y yo soy su Princesa


¡Por fin somos Campeones del Mundo! Todavía no lo creo. Sufrí mucho durante la final. me agarraba al brazo de mi Felipín para que las cámaras de televisión no captaran mi temblor de manos.

-Tranquila, Leta, que en los penaltis ganamos -me decía mi Felipín.
-Yo no aguanto los penaltis.
-Recuerda que eres Princesa de Asturias.

A mi lado Máxima de Holanda recordaba que era Princesa de Holanda y no temblaba. Sonreía porque ella sonríe mucho y ofrecía pipas a todo el palco.

-¿Quieres, Letizia? -me ofrecía de vez en cuando.
-No, gracias.

Doña Sofía aceptó un puñado. Intentó abrir una o dos sin éxito. Después le pasó las pipas de Máxima a un escolta y se centró en animar a los nuestros.

Yo también animaba. Gritaba los nombres de los jugadores y aplaudía. Doña Sofía levantaba los puños. El príncipe Guillermo se apartó de nuestra Reina.

-Mi madre, la Reina de Holanda, cuando levanta los puños, me acaba pegando -me cuchicheó.
-Doña Sofía nunca llegó a tanto.

El gol de Iniestas entró en la portería contraria justo en el momento que servidora de las Españas, es decir, yo, estaba tomando un valium. Mi Felipín gritó gol como si lo hubiera metido él mismo. Tuve que taparme los oídos.

Doña Sofía y mi Felipín se olvidaron de los Príncipes de Holanda. Me tocó a mí consolarlos. Máxima acabó con mis pañuelos de papel.

-Argentina perdió y ahora pierde Holanda. No es justo.
-Te acompaño en el sentimiento.
-Gracias, Letizia.

El Príncipe Guillermo se ofreció a acompañarme a mí en el sentimiento de felicidad. Le dije que para esas compañías ya tenía a mi Felipín.

-¡Mira como se besan! -chilló doña Sofía señalando un televisor.

Casillas morreaba a Sara Carbonero. Agarré a mi Felipín y le dije que íbamos a besarnos.

-Ay, no, Leta.
-Me besas ahí abajo en el campo de fútbol delante de todos.
-¿Qué tomaste, Leta?
-Un valium.
-Ya me parecía a mí. Deja los besos para la intimidad, anda.

Y me quedé sin beso público.

Tuvimos que regresar apurados. Su Majestad había quedado en pijama en Madrid. Doña Sofía temía que recibiera a nuestra selección en pijama y zapatillas.

-Juanito ya no es el que era, Letizia. Los años le han pasado factura a tu suegro.
-¿Va abdicar? Podría abdicar en el acto de recibimiento a la selección.
-Quita esa idea de la cabeza.

En el Palacio Real apareció mi cuñada Elena. Estaba eufórica. Dios sabe lo que habría bebido.

-Somos campeones -decía.

Había traído a Froilán por si los jugadores del Barcelona se lo llevaban para la Masía.

-Me gusta la idea de tener un hijo futbolista. Froilán sabe dar patadas.
-Entonces debes llevárselo a los holandeses, cuñada. En Holanda se practica el fútbol leñero.

Doña Sofía intentó poner paz. Me callé para contentarla. Ver la copa en el suelo del salón donde me coronarán -reina de España me hizo soñar con mi reinado. ¡Qué feliz seré! Mis Infantitas tocaban la copa con ilusión.

-Niñas, esperad a tocar la Corona -les dije.

Mi doncella Maripuri escribió una instancia de queja a Su Majestad. Maripuri quería traer a toda su familia desde Galicia para abrazar a los jugadores.

-En la Moncloa tratan mejor a los funcionarios, mi Princesa. Zapatero invitó hasta a los abuelos de sus trabajadores.
-Aquí te pagamos mejor, Maripuri.
-Allí dan canapés y tapas de tortilla.

Maripuri se hizo fan de Zapatero. Quedó encantada con el recibimiento de Moncloa a nuestros campeones. Mi doncella no comprende que Su Majestad no está para mucha fiesta; tiene que cuidarse. Los fiestorros que tanto le gustan tendrán que esperar a mi reinado.

Monday, July 05, 2010

Yo, la Princesa Cerilla


Menos mal que la subida del IVA nos llegó para pagar los vestidos que estrenamos en Suecia. Felipe Varela y los otros diseñadores aceptaron a regañadientes unos Bonos del Tesoro.

-¿Cobraremos esta deuda? -preguntó Lorenzo Caprile.
-Descuida, Lorenzo -lo tranquilicé-. Los españoles son buenos pagadores.

Dije "los españoles" refiriéndome a los asociados con Hacienda. Yo soy de los otros españoles, de los parásitos sociales, igual que funcionarios, curas y parados. Todos cobramos del Estado.

Mi cuñada Elena estaba feliz con su vestido de torera.

-Voy más guapa que cuando me asesorba jaime -decía a quien quería escucharla.

Doña Sofía me copió el color rosa palo. Cuando le vi el vestido que le cosió una tal Margarita, tuve que acostarme.

-¿No vamos a ir a comer con el alcalde de Estocolmo, Leta? -me preguntó mi Felipín, alarmado ante un incumplimiento del protocolo.
-No tengo hambre.
-¿Y al baile iremos?

Fuimos y me arrepentí de haber ido. Las princesas me miraban cuchicheando maldades sobre mi delgadez.

-Mirad, mirad. Aquí hay cuarenta kilos y una talla 34. Puedo vestirme con vestidos de la Barby.
-¿Leta!

Mi Felipín casi se desmaya.

-Recuerda quien eres, Letizia -me recriminó doña sofía.
-¡Ay dios! Señora, mire sus hijas. Cristina se está arrimando mucho a un conde alemán y elena baila un agarrado con el cocinero de los reyes suecos.
-Menos mal que no está Juanito.

Su Majestad se había quedado en Madrid. Está muy bien, pero no para viajar a un país frío.

La novia fue muy clásica. Llevaba un vestido clavadito al de mi cuñada Cristina.

-¿Le prestaste tu vestido de boda, Cris?

Mi cuñada no contestó. Es muy Infanta y no habla donde no debe.

Las preocupaciones de mi Felipín andaban por España. Él, que siempre fue de letras, hacía números en las servilletas.

-Menuda deuda, Leta!
-Amor, déjale esas cosas a Zapatero.
-Vamos hacia la quiebra.
-No será tanto.

Mi doncella pensaba lo mismo. La llevamos a Estocolmo para que nos leyera el tarot y nos dio la fiesta.

-La selección española va mal, mi Princesa.
-Cuéntame algo mejor, Maripuri.
-Zapatero acabará declarando la quiebra de nuestro país. Yo de usted vendería los vestidos y las tiaras en eBay.
-Antes vendo un palacio.
-¿Qué palacio quiere vender, mi Princesa? ¿Marivente?
-Ése mismo.

Desperté con la noticia de mi presunta anorexia adornando las portadas de la prensa extranjera. Mi Felipín dejó los periódicos sobre el escritorio pensando que yo no sé idiomas.

-Hablan de la crisis -mintió.
-También hablan de mí.
-No hagas caso, Leta. Zapatero tampoco les hace caso.

El café sueco sabía a rayos. maripuri intentó hacerle espuma con la cucharilla, pero no había manera.

-En España se vive mejor, mi Princesa. Tenemos sol, café y playa.

También tenemos a Peñafiel. Ese pesado se atrevió a llamar preguntando en cuántos aviones habíamos viajado. ¿Qué quería? ¿Que nos mataramos en un mismo avión? A ese hombre le parece que somos los Borbones de Vallecas. Me extrañó que no preguntará por el precio de los vestidos. Tal vez ya le habían dicho que nos los pagó Zapatero con la subida del IVA.

Peñafiel me tiene harta. Anda diciendo por ahí que me llaman la Princesa Cerilla. ¿Qué sabrá él? Y no es el único que me critica. Esta semana sale Isabel Sartorius en el ¡Hola! diciendo que somos amigas. ¿Desde cuándo? Las hay con cara. Encima de vender una exclusiva a costa mía se atreve a incluirse entre mi círuclo de amistades. Ya le he dicho a mi Felipín que la próxima vez que esa pesada se atreva a venir a Palacio pidiendo pasta para su negocio fracasado de bolsos será mi doncella Maripuri la que se vaya con ella a tomar café.


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