Oviedo me quiere. Lo pude comprobar estos días en las calles de la capital del Principado. Y iba con algo de miedo porque decían que los de Podemos sacaban a sus seguidores a la calle para hacer un motín en contra de la Monarquía de mi Felipe VI. Nada de eso pasó. Los ovetenses me recibieron como a su hija más predilecta. Son unos cielines.
No se puede negar que triunfé en mi Oviedo. La gente me aplaudía a rabiar y yo saludaba como la Reina de España que soy. Todos eran piropos. Perdí cuenta de las veces que me gritaron guapa. Una señora me digo que quería casar a su nieto pequeño con mi Leonor. Le dije que tendría que esperar. Leonor todavía es una niña.
A mi doncella no le gustó el vestido de Felipe Varela que llevé al evento. Me dijo que era un vestido de bailarina de una ópera triste.
-Usted necesita un color que la ilumine, mi Reina. El negro es el color de los entierros -insistía.
-No me hables de esas cosas, Maripuri. Hoy es un gran día. Mi Felipe VI va a dar un concurso que dejará a Artur Mas temblando.
-Ese catalán independentista no tiembla, mi Reina. No lo asusta ni la cárcel. Recuerde que su mentor, el señor Pujol estuvo entre rejas en los tiempos de Franco.
No quise recordar nada. No era día de política sino de moda. Iba a estrenar un vestido de Felipe Varela precioso en los Primeros Premios Princesa de Asturias. En la mano llevaría una carterita también de Felipe Varela. Iría preciosa. En Oviedo tendría motivos de verdad para quererme.
El vestido no se arrugó nada. Tampoco perdió la forma la falda asimétrica que llevaba cuando me senté. Temía que el almidonado fuera a menos, pero no fue así. Felipe Varela cose como los ángeles.
Mi Felipe VI temía que me robaran el collar que le regaló Alfonso XII a la Reina María de las Mercedes. Las perlas rusas son muy codiciadas por los ladrones. Le dije que no se distrajera. Lo más importante era el discurso.
-Lee bien, Felipe. Que nadie diga que la ESO hizo estragos en tu educación.
-Cuando yo estudiaba no había ESO.
-Bueno, la EGB, que era lo mismo, pero con otro nombre.
-Diré eso de que no nos separen los sentimientos.
-Di lo que quieras, pero no insultes a los catalanes. Ya sabes que son muy susceptibles.
-¿Digo que los queremos?
-Quedarás mejor diciendo que España no se separa en trozos.
El discurso fue un exitazo. Aplaudieron a rabiar. El nuevo duque de Alba era el que más aplaudía. Me agradó saber que la Casa de Alba sigue siendo muy monárquica. También aplaudió a rabiar Albert Rivera. Se acercó a besarme la mano y me presentó a su novia.
-No me caso, Majestad
-¿Vivirá en pecado con su azafata? -le pregunté.
-Yo no soy católico. Soy aconfesional.
-¿Cómo la Constitución española del 78?
-Sí, Majestad. Soy muy constitucionalista.
Marché con mi Felipe VI para nuestro hotel casi traumatizada. Pobre hombre. Tan joven y tan de derechas. Las encuestas se le subieron a la cabeza desde que los sondeos electorales dicen que Ciudadanos le roba los votos al PP. Intenté no pensar en él mientras cenaba en la intimidad con mi Felipe VI. Oviedo me quiere, volví a pensar. Eso me hace feliz.