No sé ni qué pasó en Cataluña porque me fui al cine y a cenar en un restaurante barato con mi Felipe VI. Teníamos que descansar de tanto ministro y del Presidente del Gobierno de España. Nos incordiaban hasta el punto de no dejar ni darnos un beso tranquilos. Si España se rompe, no hay nada que hacer. Mi hija Leonor dice que se puede arreglar con pegamento. No sé yo. A no ser que el pegamento sea dinero. Los catalanes son muy peseteros. Seguro que si les damos un buen cheque aceptan seguir siendo España.
Estábamos en el postre cuando nos llamó Rajoy con una llamada urgente. Yo no quería que mi Felipe VI contestara, pero mi marido no aceptó mi sugerencia. Contestó y se enteró de que el PP se había hundido en Cataluña. Pedí una botella de cava barata para brindar mientras mi Felipe VI le daba el pésame a don Mariano por los pocos votos conseguidos.
-En diciembre tendrá más votos, Presidente.
-Las encuestas no dicen eso, Majestad.
Volví a llenar mi copa de champán catalán hasta los bordes. Aquello había que celebrarlo. Decía el Presidente que ese chico de Ciudadanos le robó los votos. Mucha política para mis orejas. Me puse unos tapones en los oídos y soñé despierta con un país dividido en reinos y el PP desaparecido. Me empezaba a gustar mi nueva Patria.
-Nosotros podemos ser los Reyes de todas las Españas, mi Rey -le dije a mi Felipe VI-. Yo estoy dispuesta a vivir en un palacio cada mes en todas las tierras de mi España dividida.
-No frivolices, Leta.
-Dime que me quieres.
A mi Felipe VI se le iluminaron los ojos. Sigue amándome como en nuestra noche de bodas. Yo también lo quiero, pero algo menos. Para mí primero es un hombre con dinero, después es el padre de mis hijas, en tercer lugar es mi marido, en cuarto lugar es el yerno de mis padres... Una manera como otra de querer a un hombre, digo yo.
Mi doncella Maripuri dice que a los hombres sólo se los quiere por la cartera. Es para lo único que valen: para ganar dinero y traerlo a casa. En eso no tengo queja. Mi Felipe VI gana lo suficiente como para que no pasemos hambre. Tenemos la nevera siempre llena de pescado congelado y de yogures. No puedo ser más feliz.