Leonor regresó por Navidad como el Almendro. Aquí la tenemos con la melena menos rubia y sin maleta.
-¿Dónde te va el equipaje, hija? -le pregunté nada más verla.
-Dejé todo en Gales, mami. El vuelo me salía más barato sin venía sin maletas. ¿Te importaría prestarme algo de ropa? Sofía no tiene mi talla.
-Todo mi fondo de armario es tuyo.
Mi heredera mayor lo tomó en serio. Entró en mi vestidor y empezó a probar modelitos. Yo no veía que le quedaran demasiado bien, pero ella se veía contenta. Tras probar y probar, salió con una chaqueta de cuadros más vieja que una copla.
-¿A dónde vas con esas pintas, cariño? -le pregunté horrorizada.
-Voy a darles ánimos a los voluntarios de la Cruz Roja.
Allá se fue. Mucho tendría que animarlos porque los pobres voluntarios no cobran ni un euro. Trabajan gratis para la gente a la que ayuda la Cruz Roja.
Mi doncella Maripuri también es voluntaria, pero no de la Cruz Roja. Maripuri trabaja gratis para una ONG pequeñita que ayuda a las mujeres maltratadas y a sus hijos menores. Yo todavía no me he hecho voluntaria con carné. Lo mío es vestir el chaleco de cooperadora e ir de viaje oficial de Reina de España en solitario.
Leonor quedó impresionada con la labor de los voluntarios. No se imaginanba que las personas trabajaran tanto cuando nadie les paga un sueldo.
-Hay otros colectivos que trabajan gratis, cariño -le expliqué-. Por ejemplo, las amas de casa. Son mujeres que tienen su vida profesional en casa. Nadie les paga. Ni siquiera los maridos les dan una propina.
-Yo no sería ama de casa.
-Espero que tu hermana Sofía tampoco quiera ser ama de casa. Es un trabajo poco reconocido por la sociedad y por el Estado. Ni siquiera tienen pensión de jubilación por ser durante años y años amas de casa.
Mi hija Leonor echa mano a la tabla de turrones. Procuro no enfadarme, pero le pido que deje de comer dulces.
-Los nutricionistas son caros, hija. Ya sabes lo mucho que nos cobraron por diseñarte una dieta de verduras especial para tu estómago.
-Es Navidad, mamá.
-¡Ni un turrón más, Alteza! -le grito furiosa.
Leonor echa mano del último turrón y se va para el despacho de su padre. Tienen que hablar de España. Espero que hablen tanto que se olviden de la hora de la comida. Esta niña va a engordar como una lechoncita si sigue comiendo así. Debería tomar nota de su hermana Sofía y comer más sano.
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Aquí te dejo, amiga,
el vestido que se lleva
en las casas donde hay
comodidad en diciembre
cuando llega Nochebuena
y haces tú la gran Cena.
