No puedo con mis pies. No sé si son los años, si son los tacones o si es la mala suerte. Lo cierto es que voy andando y voy sufriendo. Estar de pie, sin andar, es mucho peor. Por eso en Holanda tuve que pedir una silla para aguantar el besamanos sin ponerme yo de rodillas.
Máxima me comprendió. Le mando a su doncella buscarme una silla cómoda.
-Es la silla que utilizaba Maria Antonieta en el Palacio de Versalles antes de la Revolución francesa -me susurró al oído.
-No tendrá polilla, ¿verdad? -pregunté asustada.
-La hemos restaurado muy bien. Tú tranquila, amiga.
Estuve tranquilísima. Parecía la reina coja. Una ministra de Holanda me preguntó si quería una silla de ruedas.
-No, gracias.
-El Gobierno de los Países Bajos tiene unas sillas de ruedas muy cómodas que funcionan con energía solar y no son nada contaminantes.
Estuve tentada a pedirle la silla para probarla, pero, pensé en los titulares de la prensa y desistí. Sería mejor no dar pie a un titular tipo "La Reina Letizia en silla de ruedas".
Por fin ya acabó el viaje. Brindamos y regresamos a nuestra España. Felipe se quería quedar unos días por tierras holandesas. Le dije que ni hablar. Mis pies necesitan descanso en casita. Creo que con una cura de agua con sal preparada por mi doncella Maripuri estaré como nueva. Suele darme mejor resultado que los tratamientos de mi podólogo.
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He aquí una chaqueta
muy de verano elegante
para mujeres que tienen
trabajo y sindicato.
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