Estaba en mi despacho, repasando la prensa con la serenidad que da el hábito y la paciencia que exige la costumbre. No suelo detenerme demasiado en los comentarios de sociedad, pero esta vez algo me hizo fruncir el ceño. Una frase, en concreto: "Iba como una señora de 40 años", dijo Carmen Lomana sobre el look de mi Sofía en la Fiesta Nacional.
Suspiré. No por la crítica en sí, sino por lo que revela. ¿Desde cuándo vestir con sobriedad y elegancia es motivo de crítica despiadada?
—Maripuri —llamé a mi fiel doncella, sabiendo que estaría cerca, como siempre.
Entró con su andar ligero y su bandeja de tila, como si supiera que la conversación iba a necesitar la infusión tranquilizante que me hace recobrar la calma.
—¿Ha visto lo que ha dicho Carmen Lomana sobre la infanta Sofía? —le pregunté, señalando la revista.
—¡Ay, señora! —respondió con ese tono entre cómplice y teatral que solo ella domina—. Lo leí esta mañana. Que si parecía una señora de 40 años… Pues mire, mejor eso que una adolescente con pantalones rotos y camiseta de grupo que no conoce. ¡Que ya bastante tenemos con los estilismos de TikTok!
No pude evitar sonreír. Maripuri tiene esa capacidad de ponerle humor a lo que otros convierten en drama.
—La niña eligió un conjunto sobrio, acorde con el acto. ¿Desde cuándo la madurez es motivo de burla?
—Desde que los likes mandan, señora. Hoy en día, si no llevas algo que brille, se mueva o tenga plumas, te dicen que eres anticuada. Y eso que yo aún tengo una blusa con hombreras que podría resucitar y causar sensación.
—Siempre has tenido un gusto… peculiar —le dije, con cariño.
—Gracias, Majestad. Lo heredé de mi tía Jacinta, que decía que el buen vestir empieza por no parecer disfrazada. Y la infanta Sofía, si me permite decirlo, iba como una reina en prácticas. ¡Que ya quisiera yo haber tenido ese porte a su edad! Yo a los 18 aún me peleaba con las medias.
La escuché con atención. Maripuri, con su humor, siempre da en el clavo. Lo que más me dolía no era el comentario, sino la ligereza con la que se juzga a una joven que está aprendiendo a representar con dignidad nuestro país en los eventos de alto copete.
—Lo demás es ruido —dije finalmente—. Mientras Sofía se mantenga fiel a sí misma, eso es lo que importa.
—Y si el ruido molesta, siempre podemos ponerle música clásica encima. ¿Le pongo algo de Haendel para acompañar la digestión?
—Hazlo, Maripuri. Y gracias, como siempre.
Ella salió tarareando una melodía barroca, y yo me quedé pensando que, en este mundo de opiniones fugaces, la elegancia —como la serenidad— es un acto de resistencia. Mi Sofía es muy elegante... aunque reconozco que a veces le da por un toque entre lo gótico y lo abuelita. Ya irá definiendo su estilo en los próximos años. Hay que darle tiempo al tiempo.
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