Mi hija Leonor no está contagiada. Que quede claro. El contagiado es un niño de su clase. Mi Leonor no se sentaba al lado de este muchacho que había sido contagiado por su padre. Pero, como hay que cumplir las leyes de mi Reino, aquí la tengo en casa. La pobre se aburre. Las clases digitales son mucho más rápidas. Le dejan un montón de tiempo libre.
Leonor intenta ocupar su tiempo haciendo ganchillo. Quería ir a nadar, pero no la dejé. Es mejor que esté confinada como manda el doctor Simón, es decir, en soledad. Leonor no se puede acercar a nosotros. Su hermana Sofía se lo recuerda cuando la ve aparecer en el salón de Palacio.
-¡Aléjate de mí!
-Ya me dirás que me acerque cuando vuelvas a romper una pierna. ¿Te acuerdas cuando te hacía de muleta?
-No discutan, Altezas -les ruega mi doncella-. Compórtense como lo que son.
Leonor recibe una llamada de su prima Victoria Federica. Le pregunta cómo está. Mi hija le dice que bien, pero que no irá a su fiesta de cumpleaños.
-Vienen a cantar los de Taburete -le dice la hija de mi cuñada Elena.
-No puedes organizar una fiesta de cumpleaños de más de seis personas -le recuerda mi Leonor.
-Tú no digas nada.
-Se lo tengo que decir a mi padre el Rey.
-No seas chivata.
-Soy la Princesa de Asturias.
-Tú no digas nada -insiste Victoria Federica.
No quedan ahí las llamadas de la familia. El siguiente en llamar es Froilán. Quiere hablar con su tío para que le quite la multa de tráfico que le pusieron los municipales por aparcar en doble fila.
-¡Paga la multa inmediatamente! -le ordena mi hija Leonor.
-Eres mala, prima.
-Soy la Princesa de Asturias.
También llama mi suegra. Doña Sofía quiere saber si la Heredera está grave. Mi Leonor le dice que está muy en forma.
-Estoy trabajando por España, abuela.
-¿Sabes algo de tu abuelo? -le pregunta doña Sofía a mi Leonor.
-Sólo sé que quiere regresar pronto. Se lo dijo a papá.
-Dejadlo venir. El abuelo Juanito quiere mucho a España.
-También te quiere a ti, abuela. Corinna ya no le importa.
Doña Sofía se emociona. La escucho llorar al otro lado de la línea. Mi Leonor corta la comunicación. No le gusta oír llorar a su abuela. Es una niña muy sensible.
Viene mi doncella Maripuri con el termómetro. Mi Leonor se toma la temperatura ella misma. Todo va bien. Pide un tensiómetro. Maripuri se lo trae. Mi Leonor se mira la tensión y se la encuentra perfecta. Llama al médico y le dice que la cosa va bien. En 14 días regresa al Colegio de Santa María de los Rosales fijo. Vuelve a encender su ordenador portátil y se pone a estudiar matemáticas.
La dejo con sus estudios. El covid-19 es muy lioso. No respeta a nadie. Debió haber pensado el bichito que no se entra en la aula donde está la Princesa de Asturias. Entonces me acuerdo del compañero de Leonor. ¿Cómo estará? Iba a llamar a sus padres para preguntarles, pero decido no hacerlo. Es mejor dejarlos tranquilos. Seguro que se sienten culpables por haber llevado el virus al colegio.
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