
Su majestad anduvo estos días a la caza de mi diario. Le preocupa que mis reflexiones más íntimas lleguen a las manos de Peñafiel o de algún otro periodista dispuesto a airear secretos de familia.
-Hay que quemar ese manuscrito, Letizia -intentaba convencerme-. Si sale a la luz pública, se rompe la Monarquía.
-Habla como los del PP, Majestad: a ellos se les rompe España y a usted la Monarquía. No sabría decir si siento más pena por la ruptura del país o por la ruptura de la Corona.
-¿Decías algo del PP en tu diario? -me preguntó-. ¿No hablarías mal de Rajoy?
-Sólo hablaba de la Familia Real, Majestad. De usted escribí cosas muy bonitas.
Su Majestad no quiso que se las contara. Marchó furioso gritando que la Monarquía parlamentaria no llegaba a sus nietos, que nos veía a todos pobres y lindezas por el estilo.
-Froilán será barrendero, mi Princesa. Lo dice el tarot -dijo mi doncella muy seria.
-Déjalo, Maripuri, hoy no estás inspirada con las cartas.
-Su diario se convertirá en un bestseller.
Aquello me gustaba más. Le pregunté a Maripuri cuándo lo publicaba.
-Lo publicarán sus hijas en la editorial Seix Barral en el año 2040. Pobres. Veo en mi tarot que pasarán apuros económicos.
-Eso no será cierto, Maripuri. Su Majestad guarda muchos millones en Suiza. Dudo que los fundamos en treinta años.
-El dinero se gasta pronto, mi Princesa. Mire mi cartera: sólo me queda calderilla. No se extrañe usted de que coma aquí todos los días.
-¿Dónde gastaste el buen sueldo que te pagamos? -le pregunté.
-En el supermercado, y eso que sólo compro productos básicos, todos de marca blanca y de oferta.
Una de las cosas que más me gusta de La Zarzuela es que todo es de marca.
-Tenemos que saber quien produce la mercancía -me explicó en su día doña Sófía-. Por ejemplo las aspirinas sabemos que las fabrica el señor Bayer, el aceite nos lo envía el señor Carbonell, el cava es un regalo del catalán Freixanet, las sardinas las pesca Isabel, las anchoas las trae Revilla de Santander.
Lo anoté en mi diario íntimo porque se me podían olvidar los nombres de los proveedores. También anoté los nombres de los trescientos escoltas que velan por mi seguridad.
-Llámales soldado y te entienden, Leta -me dijo mi Felipín.
-No, no, los llamaré por sus nombres de pila para que me atiendan mejor.
Sentarme a comer en una mesa alumbrada con candelabros del siglo XVI fue una gran novedad. El primer día escribí tres folios contando mis sensaciones indescriptibles. ¡Cuánto miedo pasé! Pensaba que iba a morir en un incendio.
-¿Hubo alguna vez un incendio en el comedor, Felipe?
Mi Felipín me miró con cara de no entender.
-Quiero decir si hubo fuego en La Zarzuela.
-No, Leta, Tejero sólo pegó tiros en el Congreso de los Diputados.
Comprendía que el único fuego que te debe preocupara cuando te casas con un príncipe es el de las armas. Lo anoté en mi diario.
Mis difíciles relaciones con las hermanas de mi Felipín llenaron muchos capítulos del diario íntimo. ¿Cómo no escribir que mis cuñadas me exijían una reverencia con la rodilla en el suelo antes de casarme?
-Aún no eres la Princesa -me recordaban.
El día de mi boda les ofrecí mi anillo de casada para que lo besaran.
-No eres obispa, Letizia -dijo Cristina.
-Tampoco lo puede ser -señaló Elena-. En la religión católica las mujeres no podemos hacer misas.
El oficio de princesa es muy difícil de aprender. Yo, como dice mi Felipín, aún voy por los primeros cursos. Cuatro años llevo casada, es decir, cuatro cursos de aprendizaje hay en mi haber.
-¿Cómo va a celebrar su aniversario de bodas, mi Princesa? -me preguntó Maripuri.
-Ya lo celebré el día 22. ¡Qué borrachera cogimos! Si nos viera Peñafiel, sufría un infarto. Mi Felipín bailó el chiki chiki toda la noche.
-El Príncipe es muy bailarín.
-¡Y cómo cantaba!
-Su hermana Telma también canta mucho estos días, mi Princesa.
-Telma canta con el cabreo que tiene. Su Majestad quiere enviarla con la Cruz Roja de misionera al Tercer Mundo para que deje a la prensa en paz.
-El contable Juan me contó que la enviaban al Senegal porque allí la pensión de manutención de los parientes es muy barata.
Los contables me salieron ranas. Carlos trabaja en La Moncloa y cobra en La Zarzuela y Juan aparece u desaparece como el Guadiana, pero cobra como si currara todos los días.
-Está latando, mi Princesa -me dijo Maripuri el otro día cuando le pregunté por Juan.
-Haciendo pellas, novillos, latando,...; se puede decir de muchas maneras.
Escribí en mi diario íntimo latar significa no ir a clase allá por el norte. Hay que anotarlo todo para dejar un buen testimonio a las generaciones futuras. La última anotación que he escrito recoge la inmensa satisfacción que me causó el Premio Pasión que me otorgó mi amiga Milyta. Desde el diario sin intimidad aprovecho para agradecérselo públicamente: "moitas grazas". El enorme corazón rojo me gusta mucho más que los pendientes de esmeraldas que me regaló mi Felipín por nuestro aniversario de bodas.
Premio Pasión otorgado por el "Diario de Milyta"
La Princesa Letizia le concede el Premio Pasión a:
-Hecho en Marbella
-Desde la tienda
-Marisol Sol Sol
-Lazy blog
-Belén in Red