Los blogs que lee Letizia

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Tuesday, March 23, 2010

Don Juan el Fantasma, que estás en los Cielos






Ayer supe que había muerto y no quiero creer su defunción. Tal vez esté en el Cielo leyendo mi blog... No, mi contable Juan sigue vivo, lo noto, lo siento y presiento. Recorro mi Palacio y huelo su presencia por estancias decoradas con las pinturas que salieron de los pinceles de Velázquez.

-Gasta mucho, Alteza. Hay crisis y usted gasta fortunas en vestidos.
-¡Juan! -grito.

Mi Felipín despierta y me sacude. Yo sigo durmiendo. Vuelvo a repetir el nombre del contable muerto. Mi Felipín me abraza y consuela.

-Juan no quisiera verte disgustada, Leta.

Tampoco quisiera ver las lágrimas de mi Sofía, la infanta que tanto quería, triste. Maripuri y Juan querían llamarla Lucrecia.

-Para mí siempre será Lucrecia -dijo Juan cuando regresamos mi Felipín y yo del Ruber con la pequeña Sofía.

¡Me cuesta tanto escribir esto! Me cuesta porque amé sin saber que amaba, recibí sin saber valorar en su momento el regalo que recibía. Juan había entrado en mi Palacio de papel y yo lo hice contable de mi Reino. Jugábamos a jugar, querido Juan, cuando la muerte te esperaba en una carretera. Tu destino fatal, cariño mío.

Pero no has muerto. Me niego a aceptar un papel de defunción cuando te siento vivo. Tú, amor mío, estás leyendo mi diario en tu móvil con acceso a Internet, estás riéndote con mis ocurrencias, estás escribiéndome un e-mail, estás pensando en tu Reina. Tú estás tarareándome canciones de Sabina desde el otro lado de la troposfera. Tú estás secando mis lágrimas con tu risa. Tú estás en mi bolígrafo bic, y en este teclado prestado, y en las poesías que tú y yo sabemos. Tú vives.

Hoy quería escribir sobre la subida del IVA. Nos preocupa mucho en mi Palacio porque subirán las chuches y también serán más caros mis vestidos.

-Tiene que gastar menos, mi Princesa -me dice Maripuri.
-Eso diría el contable Juan.

Mi doncella tararea canciones de Sabina, igual que Juan, y sigue barriendo. La vida sigue.

-Oye, Maripuri, tendré que ahorrar, pero no hay mejor consuelo para una princesa que ir de compras. Me voy a El Corte Inglés.

Agarro a mis Infantas y marchamos. El Xanadú está hasta los topes.

-¿Todavía no les ha llegado la crisis? -le pregunto a la chica que reparte muestras de colonia.
-Aquí estamos para vender.

Indirecta pillada. Saco la Visa Oro y compro unos cuantos perfumes.

-¿No oleremos mucho, mami? -me pregunta mi Leonor.
-Nunca se huele demasiado bien, mi amor. ¿Tú qué quieres comprar?

Mis Infantas quieren muñecas. Leonor le pide a la vendedora un ticket sin IVA. Se me suben los colores.

-¡Niña!
-Dicen en Los Rosales que hay que pedir facturas sin IVA.
-¡En menudo colegio te hemos metido! Razón tenía Maripuri cuando insistía en que te matriculáramos en un colegio público de Vallecas.

Regresamos cargadas de paquetes. Mi Felipín está en el despacho de Su Majestad hablando de política. Doña Sofía hace calceta. La niñera Rafaela intenta educar a Froilán.

-Este niño imita la peineta de Aznar.
-¿Saldrá del PP? -le pregunto
-Creo que sale monárquico.

No estoy para pensar. Entro en el despacho vacío del contable Juan y me siento en su silla. Lo quería. Lo quise mucho. Muchísimo. Mis dedos dibujan su nombre sobre el polvo de la mesa y lo enlazan con el mío en un corazón sin tiza. Tu Reina, mi amor, tu Reina. Siempre me decías en tus e-mails: "mi Reina que no Princesa". Quedo dormida abrazada a tu recuerdo, mi querido fantasma, y sueño contigo. Te veo en un velero blanco que se va y después regresa. Agarro tu mano con las mías y resucitas para mí porque no has muerto ni morirás nuca. Los musos, amor mío, no mueren; viven en los versos de las poetas.

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Wednesday, March 03, 2010

Imitando a Rania de Jordania




Peñafiel no deja de llamar a mi Palacio desde que sabe de mi admiración por Rania de Jordania. ¿A quién pensaría que admiraba? ¿A la Reina de Inglaterra? ¡Ni borracha de sidra!

Rania tiene mucho glamour, sabe vestir y habla inglés tan bien como yo. Peñafiel la odia; prefiere reinas de la vieja escuela, antiguas, aburridas, fieles al esposo y abnegadas servidoras del Pueblo.

-Dile a Peñafiel que jamás permitiré un abucheo, Maripuri.

Mi doncella se lo dice y vuelve a repetirle que no concedo entrevistas a ningún periodista español.

-Peñafiel quería saber si piensa ir al Sálvame Deluxe, mi Princesa.
-¿Me entrevistaría Belén Esteban?
-Creo que podría escoger entre Belén y la Campanario.
-Lo tengo que pensar. Ninguna de las dos tiene unos grandes conocimientos sobre Alemania, el país de mi primer viaje en solitario, y yo no estoy dispuesta a hablar de otra cosa.

Le pregunté a mi Felipín si Rania de Jordania le concedería a un miembro de la familia Janeiro. Mi Felipín me dijo que me olvidara de las entrevistas.

-No jodamos la Monarquía, Leta. Por mucho menos Alfonso XIII perdió el trono.
-Hablas como tu padre, Felipe.
-Siento una gran admiración por Su Majestad, Leta.

Me emociono. ¿Hay algo más grande que la admiración de un hijo? Mi Leonor también debe sentir una gran admiración por mí porque me ha preguntado a qué me dedicaba.

-Sirvo a la Patria, cariño.
-¿Y te pagan por eso, mami?
-Sí, mi amor. Cobro un fijo más unas comisiones porcentuales por asistir a los actos oficiales. Por ejemplo, por mi viaje a Alemania cobré un pastón. Tú todavía no has aprendido las suficientes matemáticas para comprender la cuantía de mis honorarios de Princesa de Asturias.

Peñafiel sigue molestándonos con sus llamadas. La niñera Rafaela le recuerda que podemos denunciarlo por acoso telefónico.

-En esta casa hay dos niñas de corta edad.
-Son Infantas de España.
-¡Son niñas!

Le quito el auricular de las manos a la niñera y corto la comunicación. Peñafiel nunca me va a entender. Es más antiguo que mi suegra.

-¿Ya no me admiras, Letizia? -me pregunta doña Sofía.
-¿Usted conoció alguna nuera que admirara a su suegra?
-Yo soy la Reina de España.

Doña Sofía me confiesa sus admiraciones. Admira a su hermano Constantino, a mi Felipín y al Rey.

-Cuando se acaba la pasión, queda el amor. Cuando el amor muere, queda la admiración. Cuando...
-¡No me diga que se divorcia!
-No, querida. Yo soy la Reina de España.

Mensaje entendido: las Reinas de España no se divorcian. Pero, ¿qué Reina se divorcia? Ninguna.

Me dejo de filosofías y pienso en la moda primavera-verano. Rania de Jordania seguro que ya compró sus trapitos para la nueva temporada y yo todavía no he ido de compras. Me decido:

-Felipe, déjame tu Visa.
-¿Vas de compras, Leta? No gastes mucho que hay crisis, cariño. Tu vestuario para ir a Alemania dejó al país más pobre. Felipe Varela es un diseñador muy caro.
-Si espero a que acabe la crisis, tendría que vestirme con harapos.

Mi doncella me acompaña por las mejores tiendas de Madrid. Con su ayuda elijo vestidos, tops, pantalones, zapatos,...

-Debe dejar propina, mi Princesa -me recuerda Maripuri.
-¿Cómo se deja propina con la tarjeta?
-Dígales que le cobren un 10% más para la propina.

Maripuri es muy lista. Yo no me entiendo con tanta factura, tarjeta, ticket de comrpa.

-Oiga, mi Princesa, ¿qué hace dándole la tarjeta a los indigentes?
-¿No puedo pagar la limosna con la Visa?

Mi doncella me guarda la tarjeta escandalizada. Debe pensar que me he vuelto loca. Yo también lo empiezo a penar. Imitar a Rania de Jordania le hace perder el norte a una mujer de orígenes humildes.

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