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Monday, January 18, 2010

Mi primera herencia


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Estoy emocionada: ¡acabo de recibir mi primera herencia! Un ricachón de Mallorca nos nombró herederos suyos a nosotros y a nuestros sobrinos. Su Majestad intenta que rechacemos la dávida, pero yo ya le dije a mi Felipín que no suelto la herencia. La vida es muy dura y una nunca sabe lo que va a necesitar. ¿Quién sabe si voy a necesitar esos millones para una mariscada?

-Debéis dar ejemplo de honradez a los españoles -insiste Su Majestad -.Hay mucha gente pobre por el mundo.
-Lo que tú digas papá -asiente mi Felipín.

Será lo que diga yo. Me reuno con mi doncella Maripuri en mi salita de estar y hacemos planes.

-¡Qué te parece un plan de inversiones, Maripuri? -le pregunto.
-Muy mal, mi Princesa. Le comerá los millones el banco.
-Ay, eso no.
-Invierta en deuda pública, mi Princesa. Nunca pierdes y Zapatero necesita financiar el déficit público.
-Pero es muy bajo el tipo de interés, Maripuri. Yo quiero que me paguen un 20% como mínimo por mi capital.

La niñera Rafaela interrumpe nuestra conversación financiera. Quiere que le dé mis millones a Cáritas.

-Para los pobres de Haití, ciudadana Leti. Ellos necesitan ayuda.

Antes muerta. Mis millones son míos. De los pobres de Haití ya se ocupa el Gobierno con los grandes donativos que reparte entre las ONGs. Le digo a la niñera Rafaela que slarguege. Necesito pensar.

-Algo de la herencia es para sus sobrinos, mi Princesa -me recuerda Maripuri.
-Pobrecitos. No van a recibir nada porque Su Majestad convencerá a sus hijas para que rechacen la pasta. Yo seré la única heredera del ricachón, Maripuri. Las nueras hacemos lo que nos da la gana, no obedecemos a los suegros por muy Reyes de España que sean.

Finalmente decidimos invertir en Bolsa la mitad de la pasta. El resto de los millones los guardaré en una cuenta de ahorros en Suiza. Allí pagan muy bien los ahorros y no le chivan a Hacienda el nombre de los clientes millonarios. Mi doncella será la que lleve el maletín hasta Ginebra.

-Iré en el Alsa, mi Princesa. Es más seguro el autobús que cualquier otro medio de transporte.
-Tendrás que llevar escolta, Maripuri.

Mi doncella está ahora por Suiza buscando banco para los millones. Doña Sofía se disgustó mucho cuando le dije que no le daba mi herencia a los pobres.

-No sabes lo que es la pobreza, Letizia.
-Creo que usted tampoco la ha conocido, Majestad.
-¡Vaya si la conocí! Fuimos pobres, muy pobres -doña Sofía se seca dos lagrimones con un pañuelo bordado por las monjas clarisas -.Juanito era un empleado de Franco y el dictador le pagaba una miseria por su trabajo de Príncipe de España.
-Yo no seré pobre, Majestad -le aseguro-. La herencia del mallorquín sumada a mis ahorros y a l sueldo vitalicio que he conseguido por haberme casado con Felipe me dan para gastos corrientes. No creo que pase hambre.

Doña Sofía sigue llorando. No entiendo a esta Familia Real. Nos dan una herencia y no se brinda, se llora. ¡Por los clavos de Cristo! Voy a tener que beber yo sola una sidrina a la salud del muerto.

-¿Qué haces, Leta?
-Honrar al muerto que nos dejó la herencia.

Mi Felipín rechaza la copa. Dice que hay mucha pena en el mundo. Yo sólo tengo pena por ricachón. Pobre hombre. Murió solo. Solo y rico.

Thursday, January 07, 2010

De rojo en la Pascua Militar

 
 
  Me hubiera gustado haber asistido a la Pascua Militar vestida de pantalón, tal como hizo la Ministra de Defensa, pero una es Princesa Heredera Consorte y debe cumplir el protocolo a rajatabla. Vestido largo y sin protestar, me dijo doña Sofía, que sabe mucho de normas protocolarias, cuando yo le manifesté mi deseo de asistir vestida con unos pantalones vaqueros viejos por eso de la crisis.
 
 -Quiero que los españoles vean la solidaridad de su Princesa con los más pobres del Reino -insistí.
 -La Reina tiene razón, Leta, debes ir vestida como Dios manda -dijo mi Felipín.
 
 Yo obedecí. Seguir insistiendo podría haber provocado una crisis en mi matrimonio, cosa que no deseo. La economía de la Patria no está para más separaciones temporales que acaben en divorcios definitivos. Bastante tiene Hacienda con sufragar los gastos que está ocasionando el divorcio y la nulidad de Elena.
 
 Me vestí con un vestido rojo pasión entallado para resaltar mi talla de modelo y allá me fui a ver a los militares. Por suerte no había periodistas. Su Majestad dice que ya bastante tiene con una periodista en la familia, es decir, esta humilde servidora del Estado, y no necesita más plumillas cerca. Sólo nos hicieron fotos, muchas fotos. Yo me mantuve seria porque cuando una está rodeada de militares debe poner cara de circunstancias. Los militares son gente muy sufrida. Van a donde los manda Zapatero sin protestar, hay guerra, paz, misión humanitaria o retirada afectuosa de nuestros viejos carros de combate. Creo que Peñafiel esta vez no podrá criticarme.
 
 Hablando de Peñafiel, no lo vi entre los fotógrafos. La última vez que vi y escuché fue cuando salió en Tele 5 con Belén Esteban. Me dio pena. Belén le llamó cobarde y le dijo cosas muy feas, que sólo puede decir una princesa de San Blas. Las Princesas de Asturias con marido príncipe heredero no podemos permitirnos soltar tanto la lengua. Debemos comportarnos como yo me comporté en la Pascua Militar: ver, oír y callar. Para eso nos pagan un sueldecillo que apenas te da para comprar vestidos y criar dos hijas Infantas de España. Los sueldos en España son muy bajos. Sarkozy y Carla Bruni cobran muchos más euros que yo y mi esposo Príncipe. No somos nadie. Cualquier día acabo como mi doncella Maripuri que vende un montón de productos a precios muy arreglados. Se quita unos buenos ingresos a la chita callando.
 
 -Maripuri -le suelo decir-, ¿no tendrás unos euros de sobra para comprar tabaco?
 -Usted no debe fumar, mi Princesa -contesta-, y menos en los actos de la Pascua Militar. Imagine que salta una chispa de su pitillo y se enciende la mecha de un cañón. Tendríamos una guerra por nada en pleno Madrid.
 
 Se me quitan las ganas de fumar. Para guerras absurdas ya tenemos la de Afganistán. Allá tan lejos y muriendo por una democracia que no les da llegado a los afganos. Nosotros ponemos soldados y dinero en un imposible mientras aquí los españoles pasan necesidades con tanto paro como hay. Este país no está bien gobernado.
 
 -Presidente -le dije a Zapatero-, le pido de rodillas que traiga a nuestros hombres de Afganistán.
 -Obama también me pidió de rodillas que los dejé allí, Alteza, y un Presidente de izquierdas debe obedecer al Presidente de EEUU cuando ha sido nombrado Premio Nobel de la Paz.
 -¿Y qué paz hace Obama? -le pregunto.
 
 Mi Felipín me arrastra a otra esquina de la tarima de autoridades. No quiere que hable de política.
 
 -Déjame hablar -chillo.
 -Ya hablarás en casa, Leta.
 
 Busco a la Ministra de Igualdad para quejarme de la actitud machista de mi Felipín. No la veo. No sé si es que no ha venido o está escondida para no quitarle protagonismo a la Ministra de Defensa.
 
 -Hola, Carma -saludo a esta última-. Son bonitos tus pantalones. Yo quería traer unos vaqueros.
 -Mis pantalones son de marca.
 -También mis vaqueros eran de marca.
 -Me los compró mi marido -me confesó.
 -Joder para tu marido. Mi Príncipe jamás me regaló otra cosa que no fueran diamantes y flores.
 -¡Leta!
 
 Me callo. Tengo al marido al borde del patatús. Si sigo hablando, los españoles quedan sin príncipe. Le tomo la mano y le hago manitas. ¡Qué gusto! No hay nada mejor en este mundo que estar enamorados. Doña Sofía sonríe al vernos acaramelados. Un general tose molesto por las muestras de afecto en público.
 
 -Mi general -le digo-, hay que hacer más el amor y menos la guerra.
 
 Ahora doña Sofía deja de sonreír. Su Majestad mueve la cabeza contrariado. Mi Felipín se sonroja. Sólo mi doncella Maripuri, desde su esquina, me hace el signo de la victoria. Por lo menos tengo una doncella que me entiende, coño. Perdón. No quería decir tacos. Sigo acariciando a mi Felipín. Si no viene el varón este año, no será por falta de intentos. A lo mejor la culpa de que no me quede embarazada la tiene la crisis económica. La cigüeña no debe querer dejar un niño en un país sin mucho futuro económico.
 
 En resumen, la Pascua Militar de este año fue más de lo mismo: discursos serios, militares aburridos y periodistas ausentes. Nunca hubo tanta libertad de expresión en España.
 
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