
El pasado fin de semana recibimos una bombilla de bajo consumo de parte del ministro Sebastián. Mi Felipín quedó encantado con el regalo del ministro, pero yo no puedo decir lo mismo: una bombilla no es nada. ¿Donde la pongo?... ¿En la cocina? La cocinera Ángela se niega a cocinar iluminada por el bajo consumo.
-Yo necesito energía, Alteza, bombillas potentes, iluminación de Iberdrola.
Maripuri también se niega a reducir el consumo de electricidad.
-¿Cómo voy a leerle las cartas bajo una única bombilla? Por lo menos necesito una lámpara con cincuenta bombillas normales para ver su triste futuro.
-¿Qué dices, Maripuri? ¿Mi futuro va a ser triste?
-El futuro será triste para todos los españoles: el próximo 2009 la tasa de desempleo alcanzará el 50% de la población activa, los inmigrantes marcharán para sus países en las mismas pateras que vinieron, la inflación subirá un 5% todos los días, el tipo de interés rondará el 30%,...
-¡Calla, Maripuri! Eso que dices no es futuro.
Le expliqué a mi doncella que yo por futuro entiendo tener un nuevo hijo, divorciarme, volverme a casar, ser abuela, vestirme de blanco para mi coronación como Reina de España,...
-La economía es muy importante, mi Princesa.
-Hablas como una economista, Maripuri, y ya sabes que los economistas me dan repelús. Este verano les di tres meses de vacaciones a los contables con cargo a los Presupuestos Generales del Estado para que no me entristecieran hablándome de números rojos en mi tarjeta de crédito.
-Le aconsejo ahorrar dinero.
¿Qué pasa últimamente en mi país? La gente se obsesiona con el ahorro. Hay que ahorrar energía, dinero, comida, ...
-La princesa Ana de Inglaterra repitió el vestido que llevó a la primera boda de su hermano Carlos, Letizia -me dijo doña Sofía-. Le pedí a tu madre que te enviara tu ropa de soltera a Marivent. Espero que te sirvan los vestidos minifalderos de tu adolescencia, querida.
Me quedan monísimos. Mi Felipín casi no me reconocía cuando lo fui a buscar al puerto de Palma.
-¿Eres tú, Leta?
-Soy la que juró amarte hasta que la muerte nos separe y éstas son nuestras hijas Infantas.
Mi marido me comió a besos. Me besaba con la misma pasión que ponía en cada beso mi primer novio, un chico de Oviedo cuyo nombre ya olvidé. Suerte que a nuestra Leonor se le dio por bailar y los paparazzi no repararon en nuestros besos.
-¿Les recito una poesía a los fotógrafos, mami?
-Recítales algo de Bécquer, mi amor. Que vean que la Heredera del Heredero ya domina la Literatura de la Patria.
-No, no, yo sólo recito las poesías de mi nueva niñera.
No se lo permití. Sólo faltaba que una Infanta de España se soltara por la poesía gallega más incorrecta políticamente hablando.
Hablando de gallegos, ¡qué bien llevó la bandera de nuestra España David Cal! Viéndolo desfilar al frente de la delegación española en las Olimpiadas de Pekín, me sentí orgullos a de tenerlo como súbdito.
-Desfila como un atleta, Felipe. ¡Y como levanta la bandera! Nunca nuestro pabellón estuvo más alto.
Mi Felipín no me oía. Se había olvidado del protocolo y gritaba "soy español" con los brazos levantados como si tuviera un atracador de bancos delante de sus narices.
-El Príncipe ejerció de marido de Letizia, mi Princesa -me comentó mi doncella cuando más tarde comentamos la inauguración-. La ama tanto que olvida que es el heredero.
Doña Sofía también pensaba lo mismo que Maripuri. Se disgustó mucho al verlo por la tele sin chaqueta.
-Mi hijo no es un marido cualquiera. Es el Heredero de Juanito.
Elena fue la siguiente en llamarnos. Su queja era que la niñera poeta le había escrito unos poemas épicos a Froilán.
-No quiero que mi niño recite tales disparates.
-¿Son versos eróticos? -le pregunté.
-¡Mucho peor! Tu niñera poeta alaba en sus poemas la lucha numantina de los Marichalar por salvar sus tierras sorianas de no se qué polígono industrial. Te la voy a mandar para Pekín, Leti. Aquí está echando a perder a los nietos de Su Majestad.
La niñera se negó a venir. Dijo que en China no había libertad de expresión y ella necesita mucha libertad para escribir.
-Debe centrarse en su trabajo de aplaudir a nuestros deportistas, mi Princesa. Que nadie diga que usted no aplaude como Dios manda -me dijo mi doncella.
¿Quién va a decir tal cosa? ¿Peñafiel? Es muy capaz. Fue el periodista que más criticó a mi Felipín por quitarse la chaqueta.
-Peñafiel quiere que me vista tan abotonado como Sarkozy -se lamentó mi Felipín-. No comprende que soy un joven padre de familia.
-A mí me comprende menos, Felipe. Ahora dice que me visto como Carolina de Mónaco.
Mi doncella Maripuri es la que se ocupa de nuestro vestuario aquí en Pekín. con su tarot elige la ropa que debemos ponernos.
-Tienen que vestirse de rojo para que nuestros deportistas ganen medallas.
-¿La ropa interior también, Maripuri?
-También, mi Princesa.
-Pero Leta, ¿cómo voy a ir con unos corazoncillos rojos a aplaudir? -protestó mi Felipín-. Imagina que me mareo, vienen los camilleros, me desnudan y me ven los calzoncillos rojos. Moriría de vergüenza, Leta.
-Hay que sacrificarse por la Patria, Felipe.
-Hablas como Su Majestad, Leta.
-¿Qué estás haciendo con esa bombilla, Maripuri?
-Dice mi tarot que nuestros deportistas ganarán la primera medalla de oro si ustedes duermen iluminados por la bombilla de bajo consumo que regala el Gobierno.
Así dormimos. Samuel Sánchez ganó la primera medalla de oro y saqué la bombilla. El bajo consumo eléctrico no proporciona suficiente iluminación para la tarea nocturna. ¿Qué tarea? Bueno, eso mejor lo escribo en mi diario íntimo. Allí cuento las intimidades que podrían acabar con la Monarquía si salieran a la luz pública.
