La fiesta de la escoba

Maripuri regresó ayer a Palacio sin el contable Juan. Venía más maquillada que de costumbre. Mi doncella, cuando está enfadada, le da al maquillaje. Pinta los ojos azul cielo y resalta los labios con un color rojo pasión que sólo ella se atreve a poner. Yo aún recuerdo el día que lo intenté. Mi Felipín lloraba. Decía que perdíamos la Monarquía en el primer viaje oficial a una Autonomía si yo lo acompañaba con los labios pintados con el pintalabios de mi doncella. La Monarquía lo primero, me dije. Nunca más volví a usar carmín rojo pasión.

-Esta noche hay fiesta, mi Princesa.
-¿Hacéis fiesta vosotros, Maripuri? La fiesta, en El Pardo. Aquí las niñas tienen que dormir.
-Me gustaría que viniera usted a mi fiesta, Alteza. Sabe lo mucho que la aprecio. Por cierto, Rafaela no está invitada.
-¿Y el contable Juan?
-Todavía no ha regresado de su larga visita al Presidente Zapatero. Yo de usted iría buscando un nuevo contable.
-¿Por qué, Maripuri?
-Porque ZP encandila a todos los que van a verlo. Les empieza a hablar de la Alianza de Civilizaciones y los convierte a su causa.
-A todos no, Maripuri. Rajoy fue muchas veces a hablar con el Presidente y sigue crispado.
-Los gallegos somos difíciles de engañar, mi Princesa. Se nos puede camelar, pero no llevar al huerto.

¿A qué huerto se referiría mi doncella? Supuse que era algo relacionado con aquella pregunta que le hicieron en televisión a Rajoy sobre si iría a una boda de un hijo supuestamente homosexual. ¿No pensará Maripuri en una relación de reportaje de la revista Zero entre ZP y Rajoy? No, yo quiero Monarquía Republicana. Nada de Repúblicas. No quiero ni imaginar las cuestiones que le plantearían a mi Felipín en "Tengo una pregunta para usted". Mi marido Príncipe sólo sabe la Constitución, y en la Carta Magna no pusieron el precio del café ni mi modesto salario.

La fiesa de Maripuri rompió los decibelios de la noche madrileña. Despertó hasta a mi Felipín que nunca despierta hasta que lo amenaza Su Majestad con desheredarlo.

-Algo va mal, Leta -decía asomado a la ventana.
-Ven para camita, amor.
-¿No oyes los gritos?
-Es el hip hop. A Maripuri le encanta. Es una fan de la Mala Rodríguez.

Mi Leonor también despertó.

-Mira, mami, es el baile de la escoba.
-¿Qué haces futura reina Leonor I?
-Bailar con la escoba como me enseño Maripuri. Dijo que era el baile sexy. ¿Qué es sexy, mami?

Aquello no lo podía permitir. Maripuri me iba a oír por enseñarle una palabra incorrecta a la infanta Leonor. Le quite la escoba a mi niña y la acosté en la cama heredada de la infanta Isabel, hija de Isabel II y conocida como la Chata.

-Me voy al Pardo.
-Tienes que darle el pecho a la infanta Sofía.
-Que se aguante, yo tengo que hablar con Maripuri.

No necesité llegar al Pardo. en la mismísima puerta de casa tenía una batalla campal montada. Maripuri apaleaba sin cansarse a la niñera Rafaela.

-¡Quieta, Maripuri!
-Espere, mi Princesa, que me faltan quince escobazos.
-¡Felipe! -grite -.A mí la Guardia Civil.

Mi Felipín no se atrevió a llamar a la Guardia Civil, vino él mismo y rescató a la niñera Rafaela de las garras asesinas de Maripuri.

-Tengo derecho a vengarme toda la vida de esta mamarracha.
-Maripuri, por Dios, nunca oí semejante vocabulario en tus labios.
-En la guerra todo vale, mi Princesa, y yo tengo la obligación moral de defender a los súbditos de la Patria.

Y tanto que los defendió. Les dio una comilona que acabó con todos los jamones pata negra que le regalan a Su Majestad. No sé si Maripuri ganó votos para mi Reino Republicano, pero tras ver como quedaron la niñera Rafaela y sus amigos que llevó para reventar la fiesta de Maripuri, yo se la voy a proponer a ZP como reservista para situaciones de peligro de invasión de la Patria.

-Era yo sola contra setenta y dos, mi Princesa.
-No lo vuelvas a hacer, Maripuri. Las batallas hay que darlas con la palabra.

Maripuri me mira en silencio. Necesita cinco minutos de profunda meditación para volver a sonreír.