Rebajas de julio

Como no puedo ir de rebajas sin provocar un revuelo mediático, envié a mi doncella Maripuri. Una princesa necesita mucha ropa, y mis Infantitas todavía tienen más necesidades de ropero.

-Los zapatos aprietan, mami -dice mi Leonor cada dos días.
-Aguanta un poco, mi vida. Esos pies tuyos crecen demasiado. Si llevas los zapatos de tu número acabarás teniendo los pies más grandes de España.

Dios no lo quiera. Los paparazzi se cebarían sacándole fotos para enseñarle al mundo mundial los pies de mi niña.

Maripuri regresó en el camión de el Corte Inglés.

-No sabían el camino a la Zarzuela, mi Princesa.

El contable Juan salió, libreta en mano, para anotar mis compras.

-Que no falte nada, contable Juan.
-Aquí lo único que falta es dinero, Alteza. Su Majestad ordenó suspensión de pagos.
-Mientras no declare a la Monarquía en quiebra, no me preocupo.

Los del camión tuvieron que marchar sin cobrar. No había calderilla.

-Se lo diremos al jefe, Alteza.
-Decidle que pago las rebajas de este año dentro de ocho o diez años. Para entonces seré Reina de España y tendré dinero.

Mi doncella echó las cartas rápidamente. Le salía mi reinado, pero mi Felipín no estaba.

-Es igual, Maripuri. Tú fíjate sólo en la Corona.
-La Corona es suya, mi Princesa.

Respiré aliviada. La Tercera República me respetará.