Regresó la niñera Rafaela

La niñera Rafaela regresó el miércoles. Si antes le sobraba pintura, ahora le faltaba.

-Soy yo, ciudadana Leti.
-Ya veo. Atiende a las Infantas.
-Estoy de baja por depresión.
-¡Nada de bajas! ¡A trabajar!
-Tratame con respeto. Soy una Nueva Roja.
-¿Cómo?
-Comiendo y sin comer. Pertenezco a los Nuevos Rojos de ZP. Vamos a aprobar la eutanasia, legalizar la prostitución y fijar un salario para todos los ciudadanos españoles e inmigrantes.
-¿Y pertenecer a los Nuevos Rojos te causó una depresión?
-La depresión me vino cuando ZP fijó el salario vital en cien euros mensuales. Tenía que volver a trabajar.

Maripuri puso en marcha el aspirador más ruidoso cuando supo que la niñera Rafaela dormía el sueño de la depresión todo el día.

-¡Deja eso! ¿No oyes llorar a las Infantas?
-Lloran porque quieren ir a la playa, mi Princesa.
-Ya irán en Mallorca. Se van a cansar de playa, mar, barcos, yate Fortuna, abuelos Reyes, primos, paparazzis,...

La niñera Rafaela pareció en pijama.

-No puedo dormir, ciudadana Leti.
-Te está bien.
-Voy para la capilla -dijo.

Quedé sin palabras. Maripuri dejó el aspirador ruidoso y cogió el plumero. Las infantas dejaron de lloriquear.

-¿Qué hará la niñera Rafaela en la capilla, Maripuri?
-La gente normal suele rezar en las capillas, mi Princesa.

Me acerqué a la pequeña iglesia de la Zarzuela. Rafaela estaba arrodillada delante de la imagen de la Virgen.

-¿Por quién rezas, Rafaela?
-Rezo por la República.

Me arrodillé a su lado y recé un padrenuestro por mi coronación como Reina de España. Después recé otro porque me apetecía. Iba a rezar el tercer padrenuestro cuando llegó monseñor Rouco.

-¡Alteza! ¡Es usted católica!
-¿No lo sabía, monseñor?
-Dudaba de su fe. La veía un poco relativista.

Monseñor Rouco tiene razón: soy relativista. Siempre dudo, sospecho de todos. Mi doncella Maripuri, en cambio, cree a pies juntillas lo que sale en sus cartas. Cree en Dios porque una vez le salió en una tirada del tarot que el Altísimo vivía en un reino llamado de los Cielos. Yo empecé a creer en Dios cuando mi Felipín se casó conmigo en la Almudena.