Todavía estoy abriendo mis regalos de San Valentín porque no tuve tiempo a nada. Llegué ayer de mi viaje a Marruecos con mi Rey y tengo la casa patas arriba. Mi doncella Maripuri hace lo que puede. La pobre vino conmigo a Rabat porque tenía que hacer unos negocios en la Medina. Se fue a vender sus cosas mientras mi Felipe VI y servidora hacíamos otros negocios en las altas esferas de Marruecos. Creo que tuvo más fortuna mi doncella. Maripuri sabe regatear muy bien. Mi Felipe, en cambio, nunca quiere regatear.
-Yo soy el Rey -me decía cuando yo le proponía regatear los precios de las naranjas marroquíes.
-Tendrán que vender barato, amor.
-Hay que pagar precios justos.
Lo dejé hacer y empecé a pensar en mi regalo de San Valentín. ¿Y si le pedía todo el regalo en joyas? Así lo hice. Mi Felipe VI me dijo que tenía que hablar con el ministro de Hacienda.
-Las joyas son caras, Leta.
-Hacienda todavía tiene dinero. Aprovecha para comprar oro ahora que aún puedes, amor. Ya sabes que el oro me lo vende mi doncella Maripuri en las tiendas de La milla de oro cuando andamos mal de pasta.
-Te compraré unos pendientes en Amazon.
-También quiero quince pulseras, dos relojes, cuatro collares y algún broche con diamantes de verdad.
-Tomo nota.
Mi Felipe VI sacó de su bolsillo una agenda de las de antes y fue anotando. Me sentí como una mujer antes de divorciarse. Entonces me acordé de la pobre Lalla Salma de Marruecos. Dicen que está encerrada en un palacio. Espero que le den bien de comer al menos. Mi doncella Maripuri le preguntó al príncipe heredero por su madre y el niño no dijo nada.
-No habla español, Maripuri.
-Pues entender entiende. Niño -le repitió mi doncella-, ¿dónde está tu mamá?
El niño sonreía y no contestaba. La niña, su hermana pequeña que ejerce de princesita, tampoco decía nada. Mi doncella Maripuri tiró la toalla. Los niños estaban muy bien educados. Suelen estarlo cuando son educados por las tías. Las otras Lallas me contaron lo mucho que trabajaban educando los niños de su hermano. Me horroricé pensando que mis hijas herederas podían acabar como aquellos dos niños, cuidadas por sus tías infantas.
-No me dejes nunca, Felipe.
-¿Qué dices, Leta?
-Yo no valgo para ser una Reina encerrada en un castillo.
-No me dejes tú a mí.
Nos abrazamos más enamorados que nunca. El amor lo es todo y el desamor es nada. Mi Felipe VI me entregó un paquete envuelto en papel de periódico: era mi regalo de San Valentín. Como os decía, no tuve tiempo a abrirlo. Estoy haciéndolo ahora. Las joyas son buenas. Creo que son de oro.
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3 comments:
Las joyas siempre son falsas. Lo único verdadero es el corazón de las personas. No pidas joyas, pide amor, Reina de España. Pide amigos, fans, familia, más hijos, pide ya nietos, pide vecinos buenos, pide gente que te quiera.
No pido tanto, querido. Prefiero que me den sin pedir.
Besos de Reina
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