Estoy enamorada de Cuba. Está preciosa. Tienen unos palacios divinos, unos edificios bien pintados, unas calles muy limpias, buenos coches y gente muy contenta con su gobierno. Estoy tan contenta en La Habana que me quedaría a vivir aquí y no me importaría tener de vecino a Raúl Castro, un anciano muy guasón. Me recordó a Fidel Castro, su hermano fallecido. Raúl cuenta unos chistes que te ríes aunque no quieras.
Mi Felipe no está tan contento. Quería ir a visitar a los pobres. Yo creo que no hay pobres porque aquí en Cuba son todos comunistas y los comunistas no son pobres ni ricos sino iguales. Nadie tiene un euro de más en su cuenta corriente. Le pregunté a Raúl Castro si tenían dinero. Me dijo que sí, pero en Estados Unidos. Es cosa del bloqueo económico. Me dio pena.
Mi doncella Maripuri también lo pasó muy bien en La Habana. La llevaron a los mejores hoteles, todos de empresarios españoles. Maripuri estaba en su salsa. Pudo descubrir una Cuba muy distinta a la Cuba que dicen los del PP que hay. Mi doncella esperaba encontrar coches viejos y bicicletas destartaladas. Nada de eso vio. Nos enseñaron la Cuba más bonita del mundo. Les estoy muy agradecida por el esfuerzo que hicieron.
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