Mi doncella Maripuri organizó en Palacio la Fiesta de las Castañas después de pasar una semana en su Galicia natal recogiendo el fruto de los castaños con paciencia de ahorradora. Yo no hubiera tenido paciencia. Ir castañita a castañita hasta llenar bolsas y bolsas es agotador.
Y no acabó ahí el trabajo. Depués tuvimos que cocinarlas. Le propuse a Maripuri asarlas tal cual, pero mi doncella se empeñó en pelar las castañas una a una, cocerlas bien y servirlas en la vajilla italiana que heredamos de la Reina Victoria Eugenia.
Doña Sofía y la tía Irene se sumaron a nuestra fiesta. La tía pensaba que era una fiesta del pijama. Maripuri y yo nos habíamos vestido con cómodos conjuntos de lencería sexy. Estábamos en una fiesta de chicas, algo así como una reunión en un baño turco.
Tanta fiesta consiguió hacerme olvidar la guerra de Ucrania, el Covid, la crisis económica y la pobreza del mundo. Era feliz. Fue una pena que mi Felipe despertara y viniera a sumarse a la fiesta con cara de señor serio.
-Esto se acaba, nuera -me susurró doña Sofía.
-Me acaba de llamar el Presidente del Gobierno, Leta. La guerra sigue en Ucrania.
Casi lloro. Es horrible ser Reina de España por la noche. No puedes tener una fiesta del pijama en paz. Maripuri recogía los pocillos del café instantáneo que nos tomamos. Felipe no quería café. Solo quería hablar. Pasé de la fiesta del pijama con castañas de Galicia a las confidencias de la guerra de Ucrania. ¡Los hombres no saben ser felices!
--------------------------------------
No comments:
Post a Comment