Doña Sofía está en Palma esperándonos. No creo que se aburra porque están las tiendas llenas de prendas rebajadas. Mi suegra adora las rebajas. En verano compra mucho modelito estampado.
Yo no pienso comprar nada. Reciclaré lo que tengo en el fondo de armario para los días que pasems por las Balareas haciendo turismo oficial. Les dije a las niñas que se apuntaran también al reciclaje.
-Mejor usamos tu ropa, mami -propuso mi Sofía.
-Tu hermana Leonor necesita más talla. ¡Que ni se le ocurra poner un vestido mío!
-¿Me estás llamando gorda? -peguntó Leonor, asomándo su cabeza rubia por la puerta del salón.
-Simplemente digo que tienes más talla que yo, cariño.
Leonor se siente una gorda feliz. Miró las fotos de sus antepasados y se encontró parecidos con la reina Victoria Eugenia.
-Era una mujer muy elegante -dijo, antes de colocar una gran foto de la mujer del rey Alfonso XIII en su despacho.
-Pensé que querías parecerte a tu abuela doña Sofía.
-No soy nada griega.
Pese a todo, se lleva muy bien con su abuela griega-española. Leonor le habla en inglés y eso gusta mucho a doña Sofía. Reconozco que a veces no las entiendo. Por eso me enfado. Leonor se ríe y empieza a hablar en árabe. Entonces no la entiende nadie y nos enfadamos todos.
-Habla en español, hija -le pide su padre.
-Pues español hablaré, Majestad.
Leonor está desarrollando un sentido del humor muy británico. Los dos años que ha estado en Gales la han cambiado. Por ejemplo, ahora le gusta mucho Mallorca. Está loquita por ir para pasear entre los turistas ingleses.
Hacemos las maletas. Maripuri, mi doncella, nos ayuda con el equipaje. Tenemos que llevar también una maleta que dejó doña Sofía llena de zapatos vintage. Me pruebo unas botas de verano con tela de encaje y me siento una bruja. Mi suegra tiene unos gustos muy raros.
Leonor viene a mirar si encuentra algunos zapatos que pueda reutilizar. Mi heredera es tan tacaña que apenas compra nada. Esta vez encuentra unas zapatillas blancas con la imagen de Frida Kahlo. Fue una pena que no se atreviera a estrenar las zapatillas en nuestra nueva visita a la Sierra de Tramontana. En el fondo, mi Leonor es una gran tímida.
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