Celebré unas Navidades libres de alcohol. En mi mesa no hubo otra bebida que no fuera el champín que compró mi doncella Maripuri en un supermercado que no nombro porque no me paga por publicidad. Todos bebimos champín. Hasta mi suegro se tomó unas copas de esta bebida para fiestas infantiles. Le gustó. Pidió otra copa y así siguió toda la cena. Don Juan Carlos estaba muy feliz porque venía su hija Cristina con sus nietos Urdangarines. La senté a su lado. Era la hija pródiga que regresaba a casa por Navidad.
-¿Un turrón Almendro, Cristina? -le ofrecí.
-No me hables. Eres una impresentable, cuñada.
-Soy la Reina de España.
-Yo soy la Infanta Cristina, Infanta de España, duquesa de Palma de Mallorca, hija de Rey, nieta del Conde de Barcelona, bisnieta del rey Alfonso XIII...
La dejé enumerando todos sus antepasados y me senté en la cabecera de la mesa presidiendo la cena de Nochebuena. Mi Felipe VI estaba más atento a lo que decían en la radio de su discurso de Nochebuena que de sus hermanas.
-No piensen en los políticos, mi amor. Ya sabes que te respetan.
-Quiero que me aprecien, Leta.
-También lo hacen. Tu discurso les gustará porque fue muy moderado. No le reñiste a nadie.
Quedó tranquilo. Apagó la radio y dejamos de escuchar la Cadena de Ser de fondo. Mi cuñada Cristina hablaba de su marido. Lo había ido a ver a la cárcel con sus cuatro hijos. Doña Sofía secó unas lágrimas con una servilleta. Le tiré un paquete de pañuelos de papel.
-Gracias, nuera.
-¿Le gusta el champín?
-Me está emborrachando. No quiero más.
-Es una bebida sin alcohol, suegra.
-A mí me marea.
Los niños empezaron a cantar villancicos. Cantan muy bien. Froilán podría ganarse la vida como cantante. Tiene voz de barítono. Su hermana Victoria Federica miraba el móvil. Supuse que estaba comunicándose en silencio con su novio torero. Los Urdangarines hacían los coros de los villancicos.
-¿Tú no cantas, hija? -le pregunté a mi Leonor.
-Soy la Princesa de Asturias y debo ser digna de mi título de Heredera de la Corona de España.
-Haces bien, cariño.
-Yo tampoco canto, mami -dijo mi Sofía-. Que se note que soy Infanta de España.
Me serví otra copa de champín y brindé por España entera. Somos un ejemplo de familia. El día de Nochebuena nos perdonamos y nos damos un beso. Hay muchas familias que no lo hacen. Es una pena. Un poco de hipocresía siempre queda bien en las fotos de familia.
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Ver Tenerife desde sus plantaciones de plátanos es descubrir una isla muy distinta a la isla de fiestas y desenfreno que conocía yo. Fui con mi marido recorriendo las plantaciones porque mi chico quería hacer negocios de plátanos. newyorkchic1.blogspot.com |
2 comments:
Yo bebí sidra achampanada. Era más glamurosa que el champín para una periodista online.
Besos largos
No bebas mucha sidra, querida, tiene alcohol.
Besos de Reina
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