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Hoy los teléfonos no paran de sonar. Una y otra vez llaman a Palacio para preguntarnos por la retirada del libro de Sabina de las librerías. Peñafiel llama cada media hora. Yo creo que quiere una exclusiva mía pero está muy equivocado si piensa que se la voy a conceder.
-Alteza, suena su móvil.
-Contesta tú, jardinero Jordi. Diles que no estoy.
Jordi es un jardinero fiel. Hace lo que se le ordena sin dar opiniones que no se le piden.
Quien no me gusta nada es la nueva cocinera que nos ha enviado doña Sofía. Es una alemana con aspecto de granjera. Yo necesitaba una cocinera francesa. Alguien que me preparara platos imaginativos.
-Mi princesa, no me puedo creer que vuestra Alteza Real ordenara servir la cena alrededor de la piscina.
-¿Qué dices, Maripuri?
-Le digo a Su Alteza lo que está haciendo la cocinera Ángela.
Echo a correr hacía la piscina. ¡Por los clavos de Cristo! Esta mujer quiere que comamos en el suelo como los pobres paupérrimos del Tercer Mundo.
-Ya están llegando sus invitados -me informa.
Miro horrorizada al autobús de línea regular que se acerca rodeado por todo el regimiento de la Guardia Real. Aparca delante de Palacio. El primero en bajar es Sabina con un libro bajo el brazo. Lo siguen todos los artistas progres que tanto me gustan pero que no son mis amigos porque yo soy monárquica por la gracia del matrimonio sacramental. Pilar Bardem saca una pancarta enorme.
-Gritan "¡abajo la censura!"
-Los oigo perfectamente, Maripuri.
La cocinera Ángela les va entregando a cada manifestante un plato de fabes. Sabina lo rechaza, se me acerca y me pide un autógrafo.
-No firme usted nada -dice mi doncella Maripuri.
No le hago caso y firmo la biografía de mi mejor chiste.
-Gracias, princesa. Acabas de firmar por la República.
¡Dios mío! Este hombre acabará con la herencia monárquica de mi Leonor.
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