Anoche soñé con don Juan de Austria. Lo veía ante mi con una armadura adornada con flores. Me recordó la Revolución de los claveles pero no, mi don Juan no regresaba de Portugal. Procedía del siglo XVI. Olía a guerra y a viejo. Me asuste. Pensé: Leti, estás soñando pero no me convencía de mi sueño. Aquel hombre era real.
Don Juan de Austria no contestaba a mis preguntas. Le pregunté por su augusto padre Carlos V. Él seguía serio y callado. Le recordé que Carlos V era Carlos I en España. Tampoco respondió. Carlos I debió ser un mal padre. Cuando le mencioné a Felipe II tosió. ¿Tendría tosferina? ¡Sólo faltaba que nos contagiara! Le pedí que se fuera para su siglo. En el siglo presente ya tenemos un bastardo, ese Leandro de Borbón que dice ser hijo de Alfonso XIII y de una señora que comía caramelos escarchados.
Don Juan se arrodilló haciendo chirriar su traje enlatado que olía a guerra de Flandes por muchas flores que se echara encima. Entonces habló. ¡Dios mío! ¡qué voz tan varonil tenía el Austria! Me recitó el poema más maravilloso que hayan oído unos oídos femeninos.
¡Te amo! grité. Mi Felipín despertó. Me abrazó y se acabo mi sueño. No me atreví a decirle que mi "te amo" era para un don Juan de Austria poeta.
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La Cancion Da Las Noches Perdidas
by N/A
Esta es la canción de las noches perdidas
Que se canta al filo de la madrugada
Con el aguardiente de la despedida,
Por eso suena tan desesperada.
Ven a la canción de las noches perdidas
Si sabes que todo sabe a casi nada,
A carrera en los leotardos de la vida,
A bola de alcanfor dormida en la almohada...
Y tiene nombre de mujer
Como la soledad, como el consuelo,
Los fugitivos del deber
No encuentran taxi libre para el cielo.
Esta es la canción de las noches perdidas,
Lleva un crisantemo ajado en la solapa,
Se sube a la cabeza como ciertas bebidas,
Miente como mienten todos los boleros.
Y tiene nombre de mujer
Como mi corazón, como tu olvido,
Los fugitivos del deber
No tienen más amor que el que han perdido.
Esta es la canción de las noches perdidas
Si quieres te la cambio por un rato en tu cama,
Hierve como el ruedo en tardes de corrida,
Va como los besos en los telegramas.
Y tiene nombre de mujer
Como la libertad, como la nieve,
Los fugitivos del deber
Cogen su maldición y se la beben.
De Juan Sánchez para mi reina (que no princesa).
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