Regresó de Japón con una gran resaca. ¡Qué bueno estaba el vino! Creo que me pasé con las copas, pero había mucho que brindar. Masako me convenció de que la ocasión merecía descorchar todas las botellas de Ribera del Duero que habíamos llevado como regalo de entronización.
-Cuando no estés, no me dejarán brindar. Aquí la nobleza es muy sosa.
-En España tampoco son muy alegres.
-En España tenéis el recuerdo de la duquesa de Alba. Es un ejemplo para las duquesas jóvenes.
-No sé si seguirán su ejemplo. No las frecuento. Mis amigas son mis ex compañeras periodistas.
-Yo no tengo amigas.
Me dio más pena. La volví a abrazar. Creo que mis abrazos la ayudaron mucho. Masako empezó a sonreír con ganas. Su marido, el nuevo emperador, no creía la transformación que había tenido su esposa. Miró la botella de vino, pero no dijo nada. Es un señor serio, callado y que se ríe como los japoneses ricos: enseña sólo los dientes delanteros. No es de carcajadas, es de risitas.
Japón es un país tan distinto a España que no te lo crees. Allí no hay ruidos. Salí a pasear por los alrededores del hotel con mi doncella Maripuri y no oí ni un solo grito. Mi doncella Maripuri decía que los japoneses son personas con un gran autocontrol. Por allí no andan quitando fotos. Parece que sólo quitan fotos en España.
Hablando de España me llega la noticia de que han desenterrado a Franco del Valle de los Caídos. Lo han traído para El Pardo. Cruzo los dedos. Tenemos su momia cerca de casa. No me gustan nada las momias. Vi unas momias viejas en uno de nuestros viajes a Egipto y olían muy mal, y eso que las perfumaban con flores de loto y esas cosas que tienen por allí. Mi Felipe lee la noticia de Franco y no dice nada. Yo tampoco. Mi doncella Maripuri menos. Somos democráticos. Franco es cosa de sus nietos. Rezan por él. Todos rezamos por nuestros abuelos.
Regresamos de Japón. Lo hemos pasado bien. Espero que nos organicen otro viaje a Japón pronto. Masako necesita más abrazos para curar su depresión. Me gusta ayudarla. La abrazaría todos los días para sacarle los miedos. Me vino a la cabeza mientras la abrazaba aquellas palabras de Juan Pablo II: no tengáis miedo. Le dije "no tengas miedo". Este trabajo nuestro se limita a posar para las fotos y reírnos mucho para que nuestros Pueblos nos quieran. La gente no quiere a los tristes. Sólo te quieren si eres una persona alegre.
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