¿Hasta dónde vamos a llegar?... En la Casa Real el personal se nos queda dormido. Una empresa alicantina tiene la feliz idea de sacar una muñeca con el nombre de mi niña y aquí paz y después gloria que recogen otros en euros calentitos. La dichosa muñeca, según me acaba de contar mi doncella Maripuri, ya están subastándola en eBay. Con el disgusto no he podido desayunar. Estoy indignada. Encima la idea de la muñeca fue mía, señores, ¡mía! No patente la ocurrencia porque mi suegro el Rey se negó a que entrara en negocios pero si no fuera por él a estas horas ya habría ganado dinero para pagar las vacaciones para el resto de mis días. Pero lo de la subasta no se puede consentir. Mi niña Leonor no se subasta ni en fotografía y mucho menos en una muñequita que sólo se le parece en el nombre. Mi Felipe me va a oír hoy. Si no quiere cantarle las cuarenta a su padre seré yo misma la que me haga oír ante el suegro Rey. ¿Qué se creen? ¿Piensan ganar dinero a costa de una Infantita inocente sin pagarme a mi derechos de autoría de madre? En esta casa hoy no come nadie hasta que se negocie la participación que nos corresponde en el negocio de venta de Leonores. El servicio jurídico de la Zarzuela ya puede espabilarse si no quieren oírme cantándoles la traviata de las verdades. ¡Cómo me llamo Letizia!
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