Lo peor del día de la madre fue el regalo que mi Felipe compro en nombre de nuestra Infantita. Aún no me he repuesto del soponcio que me dio al desenvolver el paquetito. Si no os digo cual fue el presente que me atizo mi esposo Príncipe no lo acertaríais en toda la vida. Mi Felipe no tiene gusto para regalar y mucho menos cuando el regalo se trata de libros. Sus gustos en cuanto a lecturas son muy cuestionables para lo que cabe esperar de alguien al que se le supone un nivel cultural elevado. Se queda en los best-seller porque no es capaz de valorar la buena literatura a pesar de mis intentos en introducirlo en los clásicos. Le costo horrores terminar el Doncel de don Enrique el Doliente. Ahora está leyendo los artículos de Larra porque aunque los debería haber leído en el bachillerato a él por ser Príncipe le perdonaron la lectura de este libro y de muchos otros textos fundamentales en la formación de una persona. Dentro de poco mi niña Leonor va a saber más de literatura que su padre. Siempre le leo una poesía de Gloria Fuertes antes de acostarla para irla aficionando a la lectura y encaminándola por una dicción perfecta. Lo que no le pienso leer es este dichoso libro regalo del día de la madre. ¿A qué no sabéis cuál es, pillines?... Agarraros: El código Da Vinci en inglés para más inri. No se lo tire a la cabeza a mi Felipe porque podíamos acabar en las páginas de sucesos pero le lance una mirada que lo deje temblando para todo el día. ¡Se va a enterar él de quien es ésta con la que se ha casado!
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